¿A quién se le ocurrió poner esta pista aquí? Sin duda no sabia mucho de arquería.
Lin
Piu rió dulcemente, su risa era como una hermosa melodía al son de la
cual bailaba todo su hermoso cuerpo. Tao Tseng habría jurado ver danzar
el espíritu de la bella arquera debajo de los amplios pliegues de su
blanco kimono.
– ¿De verdad crees que quien puso esto aquí no sabia nada de Arquería? –preguntó casi como para si misma– Pues quizás tengas algo de razón, pero sin duda sabia mucho del corazón humano.
Y
acto seguido Lin Piu arrebató el gran arco de las manos del sorprendido
joven y tomando una de las flechas clavadas en el suelo delante de él,
la tensó y apuntó con una rapidez y destreza sin igual.
La
mujer solo apuntó un momento, pero Tao Tseng jamás olvidaría la
expresión de esos ojos, normalmente vivarachos, seductores, y casi
traviesos.
Ahora
estaban impresionantes, parecían absorber la esencia de todo lo que les
rodeaba... a la par que se centraban en un solo y único punto.
Todo tardó menos de lo que Tao Tseng podía usar en tomar aire, y
entonces la flecha ya estaba ahí, perfecta, precisa, en el justo centro
de su diana, tal y como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar.
– ¿Te das cuenta ahora Tao Tseng? –dijo la entrenadora–. Los fallos exteriores no importan, las circunstancias son irrelevantes, solo lo que hay en interior importa.
Tao
Tseng se quedó maravillado con –literalmente– la boca abierta, jamás
habría esperado ver tanta destreza ni una sabiduría semejante en una
mujer tan joven y hermosa.
–¿Qué quieres decir ? –balbuceó finalmente– Pues simplemente que todas esas cosas que me has dicho no importan. –dijo Lin Piu sonriendo con picardía–
– ¿Cómo que no importan? –se rebeló desde lo mas hondo Tao Tseng– ¿Qué es eso de que no importan? ¡Todo lo que yo he dicho son problemas gravísimos y reales que existen!
¿Acaso no sabes mirar a tu alrededor y verlos? –dijo ofendido y con su amor propio tocado.
– ¡Claro que los veo! –contestó la Maestra en Arquería divertida– ¡Esos y más! –ante la sorprendida mirada del joven, continuó– Tú
no me has mencionado que las flechas están mal equilibradas, ni que el
arco es demasiado duro pues ya es viejo y está gastado.
Tampoco
has visto que el blanco está más abajo que nosotros, lo que siempre es
incómodo, ni que las hojas que revolotean con el viento pasan
frecuentemente por delante de nosotros y la diana entorpeciendo la
visión... ni unas cuantas cositas más que nos hacen... ¿como era? –y tras fingir ponerse seria para recordar con precisión, agregó:– Que hacen "imposible" dar en el Blanco.
Tao
Tseng miraba fijamente la flecha, perfectamente clavada en su diana,
debatiéndose internamente entre su joven orgullo masculino herido, y su
admiración e increíbles ansias de aprender. Finalmente sus ansias de
mejora pudieron sobre el rencor y repleto de una total admiración y
aprecio, aceptó la lección de humildad y se preparó para aprender lo
verdaderamente importante de la experiencia.
– ¿Me estas diciendo que conoces todos los fallos? –pregunto con sencillez.
La hermosa mujer, viendo la total sinceridad en los ojos del joven, respondió en el mismo tono franco que él.
– Todos... o casi todos –sonrió– aunque siempre hay algún aprendiz que me indica uno nuevo –su risa era como el dulce cantar de una paloma– ¡no sé como son capaces de dispersarse tanto, de esperar tanto!
– ¿De esperar? ¿De dispersarse? ¿Qué significa todo eso? –preguntó intrigado.
– Está todo relacionado –explicó ella– cuando
la gente espera que las cosas sean de cierta forma, y no lo son,
dispersa su concentración y sus energías en centrar inútilmente sus
pensamientos en todos los fallos que no le gustan, y el desagrado que le
crean, esa dispersión de sus recursos internos, les hace fracasar.
Tao Tseng tragó saliva, aún no lo entendía del todo, pero aquello había tocado una fibra sensible dentro de su ser.
– No entiendo bien lo que me dices –farfullo finalmente Tao Tseng– ¿Qué quiere decir "Esperar"?
La mujer dudó unos momentos antes de contestar.
¿Cómo
podría explicarlo para que lo entendiera lo mejor posible? Lo que le
estaba explicando llegaba justo hasta el fondo de las más importantes
hebras de la naturaleza humana... ¿Cómo poder llegar hasta ahí sin chocar
con los muros de los prejuicios y orgullo que sin duda habitaban en el
joven igual que habitan en cada ser humano que respira y camina?
– ¿Quién decide si una persona triunfa o no? –Preguntó finalmente la entrenadora dando un sabio rodeo para poder
traer la más intensa luz de la comprensión en la mente y el corazón del
joven.
Tao
Tseng dudó durante unos momentos, su mente le decía varias cosas
contradictorias, pero su naturaleza era de arquero, así que acalló sus
pensamientos y se centró totalmente en escuchar a su corazón.
– Ella misma –dijo al final– Solo una persona decide si triunfa o no. ¿Cómo podría ser de otro modo?
Lin
Piu aplaudió literalmente la sabiduría y el acierto del joven, ¡pocos
eran tan sabios e inteligentes como para dar una respuesta tan precisa y
verdadera!
– ¡Así es!
–Dijo tan contenta que le espetó un beso de recompensa en la mejilla
del joven y, posando su brazo como si fuera un camarada de batalla,
agregó– Eres muy inteligente e intuitivo Tao Tseng, pues has sabido ver y aceptar la mayor de las verdades de esta vida, que solo uno mismo decide si triunfa o no –La mujer hizo un silencio y luego continuó.
– Hagamos un juego, mi joven amigo, vamos a hablar rápido, yo te hago una pregunta y tu me respondes rápido. ¿De acuerdo?
– ¡De acuerdo! –Contestó el joven– ¿Quién decide si una persona triunfa o no? Ella misma –respondió Tao Tseng con una sonrisa de triunfo– ¿Quién decide si yo triunfo o no? Tú misma –respondió Tao Tseng orgulloso de sus buenas respuestas– ¿Quién decide si tú triunfas o no?
– Yo mismo –contestó, aunque, en este caso le tembló un poco la voz. No es que dudara de la respuesta, Tao Tseng sabía que esa ERA la respuesta correcta y verdadera, lo que pasaba es que realmente le daba un poco de miedo la importancia que tal significado acarreaba sobre su vida.
– ¿Quién decide pues si tú triunfas y das en la diana o no?
– Yo mismo –contestó
el joven arquero alargando cada una de las palabras, sabía que estaba
diciendo lo correcto, pero no podía evitar sentirse como si hubiera
caído en una trampa.
La
mujer sabia mucho más sobre el corazón humano de lo que nadie habría
considerado "cómodo" estando en su presencia, así que el aprendiz no
pudo evitar temblar cuando Lin Piu sencillamente le espetó.
– ¿No te sientes ahora mismo como si hubieras caído en una trampa? –preguntó sonriente.
– Ciertamente sí –contestó balbuceando él.
– Esta, mi joven amigo, es la "Trampa de la Vida".
Tao
Tseng encontró ahora algo más poderoso en su interior que esa sensación
que parecía fascinarle y revolverle el estómago a la vez, y fue la
fuerte necesidad de aprendizaje que siempre le dominaba.
– La Trampa de la Vida –repitió él– Fascinante... ¿Qué quieres decir exactamente con eso?
– Es más sencillo de lo que parece – dijo ella– de pequeños se nos explica que la vida es dura, y es cierto, ¡no sabes cuanto lo es! –explicó ella seria y feliz al mismo tiempo– La vida es inmensamente dura porque nos ha dado a todos y cada uno de nosotros la mayor de las cargas, la carga de la "Responsabilidad de Nuestras Propias Vidas".
– Honor –murmuró el joven identificado con el sentimiento– Puede ser –dijo ella– y si no es eso, si algo muy parecido y quizás hasta más poderoso –el joven escuchaba extasiado.
–
Cuando a la gente le dicen que la vida es dura, se echan a temblar y a
pensar que las mayores desgracias se abatirán sobre ellos –su hermosa cara tenia una peculiar sonrisa– No se dan cuenta de que la dureza de la vida es algo aun mayor que todo eso, es la Responsabilidad.
El
saber dentro nuestro que en realidad, y después de apartar todas las
telarañas de excusas que queramos poner para no poder ver lo que es
cierto, solo existe una verdad, y es...
Que cada Persona, es la única que decide si Triunfa... o no.
Tao
Tseng estaba entendiendo más de lo que quizás desearía, así que cerró
los ojos para poder asumir mejor la enorme carga sobre sus hombros y
preguntó.
– ¿Quieres decir que el éxito en la vida es una cuestión de Decisión y Responsabilidad ?
– Así
es, mi pequeño amigo. Fíjate en el tamaño de esta verdad y comprenderás
por qué, en su inmensidad, aun las más grandes culturas sólo pudieron
aceptar y comprender pequeñas partes de su totalidad. Quizás pueda
parecer que esas pequeñas partes se contradicen, pero igual que una pata
de un Elefante es una parte, de la misma forma que lo es su trompa o su
cola, todas son parte de la figura total, y no podemos juzgar la Gran
Verdad sólo por una de las partes, solo por la Totalidad de la misma.
– Dime, antes me respondiste bien y me dijiste que Solo "Tú" decides si Triunfas... o no. –Dijo ella recalcando los hechos– Así pues, sólo tú decides si acertarás en la diana... o no.
O si amas... o no. O si ganas dinero... o no.
¡Cualquier cosa! Pero no nos distraigamos de lo que nos interesa, la cuestión es que el único decide si acertaras o no en la diana... ¿Quién es?
– Yo mismo –contestó Tao Tseng, el aprendiz de arquero.
– Así es. –y agregó– así pues, dado que solo tú decides si aciertas o no aciertas en la diana, ¡eso quiere decir que Las Circunstancias son Irrelevantes! ¿Te das cuenta de eso?
Tao Tseng dudó antes de contestar– Si eso que me dices es cierto... entonces ¿tú acertaste en la diana porque decidiste hacerlo así, verdad ?
– Así es –contestó ella
– Pero eso
también quiere decir que yo fracasé, no le di a la diana, porque así lo
decidí y no por el viento, las sombras o las flechas mal construidas –dijo torciendo la cara en una mueca de disgusto.
– Así es –confirmo la chica– Pero... ¿Por qué lo hiciste?
Tao
Tseng no lo sabía, no dudaba ahora que había fracasado porque así lo
había decidido, cierto es que con todo su ser deseaba echarle la culpa a
otra cosa, pero sobre todo era un arquero de Honor, y eso quería decir
que reconocía sus propios fallos. Así que intentó descubrir por qué.
– Te ayudaré –dijo la joven– El
Problema no está en tus pensamientos conscientes, sino en esa parte de
tu mente que trabaja sin que tú seas consciente de que lo hace, como
cuando respiras, haces que tu corazón lata, o mueves una mano
rápidamente por reflejo. –Hizo una pausa para que el aprendiz entendiera sobre que estaba hablando y continuó– La
cuestión es que tú tienes una costumbre que todos tenemos, y es la de
hacer Juicios y Prejuicios. Los Prejuicios son opiniones sobre lo que
deberían ser las cosas antes de tener datos suficientes para tomar una
opinión bien fundamentada.
Pues
bien, cuando tú entraste en la zona de prácticas, te habías creado en
tu mente una idea de como seria todo. Tú "esperabas" que todo fuese de
cierta manera... pero resultó que las cosas no eran tal y como esperabas.
Así
que acto seguido te pusiste a identificar como "malo" todo lo que no
coincidía con tu opinión de como deberían ser las cosas y lo marcabas
mentalmente como un "error" que debería ser corregido. ¿Por qué?...
Sencillamente porque tú querías que las cosas fueran tal y como tú te las imaginabas, como esperabas que fueran.
Así que ese descontento que tenias dentro de ti identificó un montón de errores y emitió un Juicio, un Juicio que
quizás no fuiste consciente de ello más que con un simple sentimiento
interno, un pensamiento tan rápido que no puedes identificar con
palabras, sino con un movimiento rápido de la mente, una sensación de
disgusto, quizás como un malestar escondido en un músculo, fuera como fuera, ese Juicio era "Esta Arquería está mal, nadie puede aprender aquí".
Tú,
al "esperar" que las cosas fueran de una manera, y al ver que eran de
otra, te NEGASTE A ACEPTAR cómo son en realidad. Esa negativa provocó
ese Juicio en tu Interior. Y ese Juicio creo una DECISIÓN
interna. La Decisión de Fracasar, de errar el tiro, para demostrarte
internamente que tu Juicio era el correcto, afianzarte en tu
interior de esta manera y quizás hasta llamar la atención sobre los
demás para que corrigieran todos los errores.
¿Te das cuenta ahora de que todo sucedió en tu interior tal y como te digo? –Tao Tseng asintió avergonzado.
Pero no te preocupes mi amigo, esto ocurre en el interior de todas las personas y normalmente
este proceso es el causante de todos los fracasos, simplemente la
persona se convence de que las situaciones que le rodean sólo le pueden
conducir al fracaso, y entonces internamente decide que va ha Fracasar.
Después, hace inconscientemente todo lo que está en su mano para hacerse fracasar a si misma, pues –sonrió– necesita saber que tenia razón.
– En cierta ocasión –comentó el joven tímidamente– escuché a dos Maestros arqueros hablando de términos parecidos... y lo llamaron... ¿Cómo era? Ah, si! ENTUSIASMO!
– ¡Exacto! –Exclamó complacida la hermosa Entrenadora– El Entusiasmo no es otra cosa que cómo te hablas a ti mismo, el cómo te relacionas contigo mismo en tu interior, el cómo funcionan tus pensamientos para formar las decisiones oportunas.
Los que se hablan mal a si mismos, marcando los "errores" y los "fallos", sin duda lo que están haciendo es convenciéndose a si mismos de que tienen que Fracasar, y entonces se hacen Fracasar. Se frenan a si mismos con sus palabras al causarse decisiones negativas para si mismos.
– Pero –añadió el muchacho aún a riesgo de ser improcedente– esos errores realmente existían. ¿Acaso si los dejo de ver no estaré
errando en mi apreciación? ¿No estaré faltando a la realidad ?
Las carcajadas de la mujer jamás podían haber sido mayores.
– Esa es la excusa mas vieja de los fracasados mi joven amigo –al verlo ofendido añadió– perdona, no quería ofenderte, sin duda tú tienes talento de arquero, pero alguien en el pasado te metió esa idea, digna de un fracasado, en tu hermosa cabecita. En seguida comprenderás lo que quiero decirte. Imagínate
que estás en un camino en medio del bosque, llamemos a ese camino
"Vida", es de noche, esta oscuro y supongamos que enciendes una vela
entre tus manos. ¿Qué ocurrirá?
– Que se creara una luz, y podré ver mejor –respondió el joven– ¿Seguro? –sonrió la Entrenadora– ¿Sólo generarás una luz? – Yo creo que si –dijo el joven.
– De acuerdo pues, ahora estás ESPERANDO, así que acompáñame –y
rápidamente le condujo hasta el almacén de los arcos, una pequeña
caseta de madera bien cuidada, una vez dentro cerró todas las ventanas
con sus postigos y atrancó la puerta creando una oscuridad casi
absoluta– Ahora Tao Tseng, enciende esta vela.
El
muchacho así lo hizo, aunque no fue fácil en la oscuridad. En cuanto
pudo encenderla, comprendió lo que la mujer había querido expresarle.
– Ahora lo veo –dijo al fin– la vela genera luz, pero al generar esa luz, también estoy causando sombras.
– La vida es "dura" –sonrió ella– con cada vela no solo creamos una luz, sino que también generamos sombras, eso es así por definición, es la pura y dura realidad.
Ahora
imagínate que estás en tu camino de la "vida" y que decides encender
esta vela. Bien, ahora tienes una luz que te puede iluminar el camino.
Si usas esa luz, podrás llegar al final de tu camino con éxito. Pero... ¿que ocurriría si te fijaras en las Sombras? ¿Qué verías?
– Supongo que Oscuridad –dijo el joven– Así es, y ¿qué ocurre si cuando estas caminando vas mirando la oscuridad? – Pues que veré Sombras y Oscuridad... es decir, que no veré... y si no veo.. –pensó dubitativo– Tropezaré y caeré.
– Así es: Si te fijas en las sombras de la vela, Fracasarás. Tao Tseng estuvo en silencio durante mas de diez minutos dejando que tamaña enseñanza penetrara hasta en lo más profundo de su mente.
– Así pues –dijo al fin– Para triunfar he de ignorar las sombras, y fijarme en la Luz, y usar la luz que tengo para alcanzar el éxito en mi vida. Verdad?
– Así es –dijo orgullosa la Maestra de su aventajado discípulo– Así es mi arquero. Un arquero se fija en la Luz, mientras que los fracasados, se centran en las sombras.
Por eso mientras los arqueros alcanzan el éxito y obtienen todo lo que
desean en la vida... los fracasados se dan con las espinillas contra las
duras rocas y se comen el barro mezclado con la furia y la rabia de su
fracaso.
–El joven meditó durante mucho tiempo sobre estas palabras– Pero yo sé de personas que han fracasado en sus vidas y que no son malas personas, sino buenas ¿Por qué les ocurre esto?
– No amigo mío –dijo Lin Piu maternal– son sólo personas que no
han tomado la decisión de controlar sus vidas. Pero esa también es una
decisión, la decisión de que otros controlen tu vida, y eso es algo que
suele conducir al fracaso, pues... ¿A dónde puede conducir la irresponsabilidad?
El éxito no llega por casualidad, hay que decidir alcanzarlo y aplicar esa decisión con nuestro trabajo para triunfar.
Tao
Tseng estaba ansioso por saber más sobre este tema, pues sentía que era
una revelación suprema para él, sus intereses y su vida. Pero la
revelación era tan grande e intensa que decidió guardar silencio durante
casi cuarenta minutos para dejar que sus hombros se adaptaran a la
nueva carga que portaban, una que siempre habían llevado pero que solo
ahora reconocían como suya.
Lin
Piu era Paciente, además de hermosa, y mientras el joven aceptaba el
control de su vida e internalizaba el secreto del éxito, ella decidió
disfrutar del momento y fue feliz simplemente mirando como se ponía el
sol y sintiendo la suave textura de la fresca hierba bajo su piel.